Doña Rosita, anotada

PABLO REMÓN / LA_ABDUCCIÓN
Doña Rosita, anotada
Del 7 al 29 de diciembre 2019

ACTO 1

UNA CONVERSACIÓN CON PABLO REMÓN

Hola Pablo, antes de nada, bienvenido de nuevo al Canal. Ha pasado un año y medio desde el estreno de Los mariachis en este mismo teatro. Nos preguntábamos si entonces te habías imaginado que volverías con el reto de adaptar Doña Rosita, la soltera.

De ninguna manera lo había imaginado. Jaime de los Santos me propuso adaptar y dirigir la obra de Lorca y mi primera reacción fue decir que no. Así lo hice: rechacé el encargo, pero después pasó algo curioso, que (más o menos) se cuenta en Doña Rosita, anotada: la obra se me quedó rondando, como un fantasma, y empecé a ver que aquello que creí que estaba muy lejos de mí (la historia de una solterona en Granada a finales del XIX), en realidad no lo estaba tanto. Así que rectifiqué. Por suerte, aún estaba a tiempo. Y digo «por suerte» porque esta obra, partiendo de un material ajeno, me ha permitido ser más personal que nunca. Ahora siento la obra tan mía como cualquiera de las que he hecho originales.

La que vamos a ver hoy se titula Doña Rosita, anotada, tal vez una declaración de intenciones, un aviso para navegantes. ¿Consideras tu pieza una adaptación o la llamarías de otra manera?

Es una adaptación, sí. Una versión libre, muy libre, que al mismo tiempo me parece que conserva la esencia de la obra de Lorca. También es una lectura de la obra original, mi lectura. Cuenta la obra y al mismo tiempo cuenta mi relación con la obra. Es la obra de Lorca, pero leída, comentada y editada por mí.

Según Juan Mayorga, «adaptar un texto del pasado para la escena contemporánea es traducirlo». ¿Te consideras un traductor?

Ese texto de Mayorga aparecía en una de las primeras versiones que hice del texto, y me ayudó a entender lo que estaba haciendo: estaba traduciendo la obra de Lorca a una obra mía. La clave para mí fue dar con un texto de Lorca que decía: «En ninguna otra de mis obras se filtran tantos recuerdos de infancia». Me pareció que lo que Lorca estaba haciendo era recordar a las mujeres de su infancia. Pensé que tenía que hacer lo mismo. Y eso me dio la respuesta a por qué hacerla.

¿Hasta qué punto has tenido en cuenta que el espectador conozca o no la obra original?

He intentado hacer una obra que se entienda perfectamente sin conocer la obra original. Es más: he intentado hacer una obra que pueda gustarle a quien no le guste el original. Luego, para quien conozca bien el original, estará el juego de ver cómo me he enfrentado al texto, qué partes he tocado más, qué partes menos… pero es una obra que no necesita ningún conocimiento previo para seguirla.

En algunas ocasiones optas por no reproducir exactamente el texto de Lorca, y concretamente prescindes de las partes más líricas. ¿Puedes hablarnos sobre las decisiones que tomaste respecto al lenguaje de la obra?

Sí, reconozco que es algo arriesgado; habrá a quien le parezca un sacrilegio tocar el texto original de Lorca, pero me pareció que para ser fiel a la obra tenía que hacerlo así. Me enfrenté al texto como si fuera un texto mío, y a partir de ahí reescribí y reescribí como hago siempre. Me sentía como un arquitecto al que encargan la ampliación de un edificio clásico: ¿cómo dialogar con esa obra que ya existe?

En ese sentido ha sido un trabajo muy hermoso, hecho desde el respeto y la admiración: frase a frase y palabra a palabra, buscando que el texto final, fuera o no el original de Lorca, tuviera para mí un sonido y un sentido que luego pudiera llevar a escena.

Lorca dijo que durante el proceso de escritura de Doña Rosita leyó varios libros de historia natural, en relación sobre todo con las flores. ¿Te has documentado de alguna manera para hacer la adaptación?

Me preparé mucho, claro: acercándome al mundo de Lorca, y leyendo y releyendo todas las ediciones y estudios que hay del texto. Pero después traté de desprenderme de todo eso. Había algo que me unía mucho a la obra: me da la sensación de que más allá del argumento y de los personajes, lo que prima en el original es el gusto por la palabra. Rosita es un poema. Cuando, por ejemplo, el personaje de la tía dice: «Eléboro, fucsias y los crisantemos, Luis Passy violáceo y altair blanco plata con puntas heliotropo», lo importante no es el carácter de la tía, no es lo que esas flores simbolizan; lo importante son esas palabras concretas y cómo suenan en escena. Es algo que hacen también autores que me apasionan: Harold Pinter, Don DeLillo. Listas de cosas, palabras, nombres. Esas palabras, que casi no se usan, Lorca sabe que están cargadas de poder. Brillan.

Y una pregunta capciosa, si nos la permites. ¿Qué crees que pensaría Lorca de tu adaptación?

Puede que pensara que he traicionado el original y que me insultara con palabras maravillosas. O quizá no, quizá sabría ver que ha tenido que hacerlo así para, paradójicamente, ser más fiel a la obra original. Como sea, está bien. Hace tiempo que Lorca es un clásico. Creo que a Lorca hay que acercarse con respeto, pero no con reverencia ni con miedo, porque si no te arrolla.

***
ACTO 2

CON FEDERICO GARCÍA LORCA (1933-1935) Y PABLO REMÓN (2019)

Federico nos recibe en pijama y con el rostro enjabonado. [1]

LORCA: Pasen ustedes –exclama, enarbolando la gillette a modo de batuta–. Estoy afeitándome. Enseguida estaré listo, vestido de overall azul, es una ropa muy cómoda y muy barata. Veinticinco pesetas me costó en Barcelona. ¿Qué les parece? [2]

¿Qué opina, en general, del actual teatro español? [3]

LORCA: Que es un teatro de y para puercos. Así, un teatro hecho por puercos y para puercos. [4]

REMÓN: El teatro español actual es demasiado amplio para definirlo o generalizarlo. El teatro como hecho poético, por otro lado, sigue apareciendo aquí y allá, donde menos se lo espera. Es una corriente dormida que emerge en ocasiones y que con su aparición justifica que sigamos dedicándonos a esto.

¿Cuáles son los puntos cardinales del teatro en nuestros días? [5] 
LORCA: Hoy no interesan más que dos clases de problemas: el social y el sexual. La obra que no siga una de esas direcciones está condenada al fracaso, aunque sea muy buena. Yo hago lo sexual que me atrae más. Pudiera escribir otras cosas porque es ése mi gusto intelectual. Pero prefiero hacerme con ella un bonito libro. Dada la preocupación del mundo contemporáneo, con otra clase de asuntos, por ahora, no se puede especular en la escena viva. [6]

REMÓN: No tengo ni idea. Tendría que ser un estudioso del teatro, y no lo soy. Creo, eso sí, que cada diez o veinte obras hay una que compensa el resto; cuando eso sucede es un hallazgo y un placer absoluto. El resto es mejor, como dice el propio Lorca, leerlo «en un bonito libro».

LORCA: Yo arrancaría de los teatros las plateas y los palcos y traería abajo el gallinero. En el teatro hay que dar entrada al público de alpargatas. «¿Trae usted, señora, un bonito traje de seda? Pues, ¡afuera!». El público con camisa de esparto, frente a Hamlet, frente a las obras de Esquilo, frente a todo lo grande. Pero, ¡qué! Si lo burgués está acabando con lo dramático del teatro español, que es esencial en el teatro español. [7] 

REMÓN: Creo que hacen falta obras nuevas, textos nuevos. Sin un apoyo constante a los autores no puede haber un teatro que nos hable a día de hoy, sino solo una repetición de lo ya visto. Hacen falta voces individuales; apostar por los individuos, no por las obras. Construir trayectorias, para poder permitirse la prueba y el error, el riesgo, el fracaso.


¿Usted vive de sus libros, de sus poemas? [8] 

LORCA: (En su boca estalla una risa sana, al mismo tiempo que contesta): No; por suerte, no tengo que vivir de la pluma. Si tuviera no sería tan feliz. Gracias a Dios, tengo padres, padres que a veces me retan, pero son muy buenos, y al final, siempre pagan. [9]

REMÓN: Netflix.

Dígame algo de Doña Rosita. [10] 

LORCA: Doña Rosita es un drama sencillo con apariencia de comedia blanca. Un drama doliente para familias. Una elegía, matizada y triste, de la mujer soltera. En la casa donde no hay una, hay dos. Siempre me ha causado una gran pena ver en España que para que una muchacha se case necesitan sacrificarse veinte vírgenes. [11] 

REMÓN: Muchas cosas: una obra original y una adaptación, al mismo tiempo; una lectura de la obra de Lorca; una reflexión dramática sobre cómo y desde dónde adaptar un clásico; una propuesta de cómo interpretar a Lorca a día de hoy; una autoficción; un documental sobre el proceso de hacer una obra; un ensayo compartido; una elegía, también. Un conjuro, utilizando a Lorca, para resucitar a ciertos muertos de mi vida.

Pablo, tú te llevas la historia a un lugar de La Mancha, cuyo nombre prefieres no concretar…

REMÓN: Me parece que en la meseta, en esos enormes espacios vacíos, me resulta más fácil imaginar. Ese es el mundo que conocí de niño, y la imaginación de uno está en la infancia. La de Lorca estaba en Granada, la mía en las planicies castellanas.

LORCA: ¡Tú sabes! Mi Barraca, por La Mancha. Fuimos al Toboso. ¡Dimos una función en honor de Dulcinea del Toboso! Cuatro mil, no te exagero ni esto; cuatro mil labriegos, cuatro mil manchegos, allí mirándolo todo, en un silencio de oír volar moscas. Un silencio de ojos y bocas dirigidos hacia la escena. Y ¡vieras tú!, lo personajes tenían cabelleras de metal, de plata, de diferentes materias; barbas verdes; señores vestidos con trajes de tremendas hombreras. Todo inverosímil para el sentido común. Y sin embargo –¡ay, qué consuelo!–, fue todo entendido hasta en sus menores detalles por aquel público que se topaba así por primera vez con Calderón. Ninguno encontró nada que le chocara el sentido de la realidad suya. Y es que nosotros, con las barbas verdes, con los cabellos de cobre, con las hombreras tremendas, decíamos la verdad. Y las gentes de los campos tienen los oídos y el alma hechos de medida para recibir, alojar y madurar esa verdad que les damos. [12]

Ángela Segovia y Carlos Rod, en noviembre de 2019

Itinerario: Identidades
Estreno absoluto
País: España
Idioma: español
Género: teatro

Reparto: Fernanda Orazi, Francesco Carril, Manuela Paso

Escenografía: Mónica Boromello
Iluminación: David Picazo
Vestuario: Ana López Cobos
Espacio sonoro: Sandra Vicente
Ayudante de dirección: Raquel Alarcón
Versión y dirección: Pablo Remón
Producción ejecutiva: Rocío Saiz
Dirección de producción: Jordi Buxó

Coproducción: Comunidad de Madrid y Buxman Producciones, con la colaboración de La_Abducción

Distribución: Caterina Muñoz Luceño para Buxman Producciones
caterina@buxmanproducciones.com


Duración: 1 hora y 20 minutos


[1] Narciso Robledal, 1933, Prosa. Obras completas III, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1997, p.463

[2] Ibid.

[3] Ricardo F. Cabal, La Mañana (León), 12 de agosto de 1933, op. cit., p. 424.

[4] Ibid.

[5] Ricardo G Luengo, 15 de noviembre de 1935, op. cit., p.612.

[6] Ibid.

[7] Crítica, 15 de octubre de 1933, op. cit., p. 447

[8] La Nación, 14 de octubre, 1933, op. cit., p. 445.

[9] Ibid.

[10] Ricardo G Luengo, 15 de noviembre de 1935, op. cit., p. 612.

[11] Ibid.

[12] Alfredo María Ferreiro, 1934, en Montevideo, op. cit., p. 512.