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JÉRÔME BEL

Véronique Doisneau (película)

17/03/2018

★★★★

Proyección de la película filmada durante la última representación de la bailarina

Sala Negra. Estreno en la Comunidad de Madrid. Duración: 2h 10min

Entrada libre hasta completar aforo (140 personas)

En la Ópera de París una mujer entra en un escenario vacío: lleva un tutú en el brazo y un botellín de agua en la mano. Camina hacia el centro, observa al público y comienza a hablar: «Buenas noches. Me llamo Véronique Doisneau. Estoy casada y tengo dos hijos, de seis y doce años. Tengo 42 años y me retiraré en ocho días».

Así comienza esta película ideada por Jérôme Bel y filmada durante la última representación de la pieza.

Véronique Doisneau nace del encuentro entre dos mundos: el de Jérôme Bel, coreógrafo iconoclasta y el de El Ballet de la Ópera de París,  cuna de la danza clásica. La pieza, que desentona con el resto del repertorio, es un vibrante tributo a todos los bailarines de la compañía. Como respuesta a la invitación de Brigitte Lefèvre, directora de la Ópera de París, Jérôme Bel asistió durante dos años a las producciones coreográficas programadas en el Palais Garnier y en la Ópera de la Bastilla. Desde el descubrimiento de este mundo, no quiso resaltar a  las estrellas o las primeras bailarinas, sino que dio la palabra a una artista del cuerpo de baile, que, a la sombra del espectáculo, participa plenamente en su brillantez. Por este motivo, desarrolló un dispositivo que permite a uno de ellos interactuar artísticamente con el público. A la manera de un autorretrato, Veronique Doisneau, que normalmente sería un sujeto dentro de la jerarquía del Ballet, evoca durante la creación de la pieza su condición de bailarina a un año de retirarse. Y lo hace sin patetismo, a menudo con humor, señalando sus preferencias, los momentos que le hicieron sufrir, los que le llenaron de alegría: su realidad.

La obra, estrenada en el Palais Garnier en septiembre de 2004, arroja luz sobre la vida cotidiana de los bailarines y permite al público descubrir una faceta de su trabajo y su compromiso.

La proyección va acompañada de una conferencia a cargo de la coreógrafa, performer y teórica de la danza Geisha Fontaine: : « ¿Qué es Danza? Los problemas artísticos de la ‘danza conceptual’ en Francia entre 1990 y 2018»

 

Francia

Proyección en francés con subtítulos en español

Concepto: Jérôme Bel / Realización: Pierre Dupouey y Jérôme Bel

Producción: Telmondis y la Ópera de París

Entrada libre hasta completar aforo

Jérôme Bel pertenece a una constelación de coreógrafos de la escena europea reciente cuya producción cobró importancia en la década de los noventa. Se podrían citar nombres como La Ribot, Jonathan Burrows, Xavier Le Roy, Mårten Spångberg, Tino Sehgal, Boris Charmatz, Vera Mantero, Meg Stuart o Juan Domínguez. Sin pretender anular sus diferencias e incluso evidentes antagonismos en sus planteamientos dramatúrgicos o en su manera de tratar con la forma y el discurso, se puede decir que existen convergencias y preocupaciones comunes. En el caso de Jérôme Bel destaca el intento de desvelar los mecanismos de la representación en el ámbito de la coreografía y así romper con la reproducción de formas discursivas y performativas de dominación.

La representación es un tema ampliamente discutido en la escena contemporánea y fue uno de los asuntos con los que lidió, en los años sesenta y setenta, la danza posmoderna norteamericana, caracterizada por su compromiso estético, político y social. Uno de los casos más significativos fue el planteamiento de la coreógrafa Yvonne Rainer con su conocido Manifiesto NO, de 1965, en el que decía: “No al espectáculo, no al virtuosismo, no a las transformaciones y a la magia y a la simulación (…)”.

Jérôme Bel es consciente de las experimentaciones estéticas precedentes y de su grado de implicación política y social; su obra se gesta en diálogo con la historia de la danza, produciendo una crítica constante de su marco institucional, sin que eso signifique en absoluto rechazarlo. Su trabajo cobra sentido en este marco pues es el medio al cual interroga.

Siguiendo con esta idea, Véronique Doisneau fue la respuesta de Jérôme Bel a la invitación de Brigitte Lefèvre, entonces directora del Ballet de la Ópera de París, para hacer una pieza en ese contexto. La pieza forma parte de una serie de retratos –Pichet Klunchun and myself (2005) y Cédric Andrieux (2009)– que exploran diferentes técnicas y disciplinas pertenecientes a la historia de la danza. El retrato de Véronique es el único que circula en forma de película, filmada por Jérôme Bel y Pierre Dupouey un año después de su estreno y en el mismo teatro donde se mostró por primera vez, el Palacio Garnier de la Ópera de París.

En la imagen vemos cómo una bailarina (Véronique Doisneau) entra en escena vestida con ropa de entrenamiento y cargando con un tutú, unas puntas de ballet y una botella de agua. El escenario aparece como el espacio de trabajo que en realidad es, un lugar donde el cuerpo y sus habilidades se ponen al servicio de una construcción. Durante los primeros minutos, nos habla de una vida laboral de la que está a punto de retirarse, de sus dolencias físicas y de sus placeres trabajando bajo
la dirección de distintos coreógrafos. Combina la narración con fragmentos de danzas que, a modo de demostraciones, muestran las obras que interpretó durante los años de su carrera como bailarina.

La pieza oscila entre un efecto de ilusión, generado por el momentáneo acceso a las obras que describe con sus movimientos, y una aproximación física a su realidad corporal, individual, la de la ejecutante, percibida a través de su voz o de la materialidad de su respiración, cuyo sonido es amplificado gracias a un micrófono de diadema. Ella tararea indicando el discurrir de la música que escucha mentalmente, generando un espacio de ficción que creemos ver. Porque la coreografía
de esta pieza no tiene lugar en la danza de Véronique. Cuando, al inicio, ella menciona su parecido con Isabelle Huppert no lo hace solo por el tono informal que podría derivarse de su comentario, sino para que, aquellas personas a quienes no les alcanza la vista en un teatro de tales dimensiones, puedan proyectar una imagen de lo que ocurre en escena. Siguiendo esta lógica, la coreografía se construye en un lugar mental que apela al bagaje cultural compartido, sea el del cine o el del ballet.

A pesar de desplazar el centro de atención, Jérôme Bel no niega el entretenimiento. Al contrario, formula una articulación cuidadosa en la que no hay desencanto alguno cuando, revelando esa maquinaria que sustenta la representación, nos recuerda que, como espectadores, continuamente interpretamos y que nuestra experiencia está condicionada por nuestra cultura. La danza es entendida aquí como composición poética pero también como parte de un sistema interdependiente y complejo, una construcción ideológica inserta en economías y estructuras de poder, en las que la bailarina es una trabajadora más. El hecho de que la pieza se hiciera en directo ante el público pero pasara a la historia como película señala la importancia simbólica que tienen el contexto específico (la Ópera de París) y la fecha (el último día de trabajo de esta bailarina al servicio del Ballet de la Ópera de París), que solamente son transmisibles y reproducibles desde el documento. Un documento, la película, que, de nuevo, determina nuestra visión del teatro, al acercarnos a tal experiencia desde el encuadre y el montaje dirigidos por el coreógrafo.

Andrea Rodrigo e Isabel de Naverán

Información práctica

  • Fechas y Horarios

    17/03/2018

    Sala Negra

    17 de marzo

    19.00 h

    La proyección tiene una duración aproximada de 40 minutos, al finalizar habrá una conferencia a cargo de Geisha Fontaine (en francés con traducción simultanea). Duracíon total de la película y la charla 2 horas.

     

  • Canales de Venta

    +

    Internet

    Taquillas (De 14.30 a 21h – Cea Bermúdez, 1).

    Cajeros Ibercaja