Con Black apple, la compañía quiere fijar su atención en la individualidad esencial de cada persona y sus reacciones al miedo, la miseria o la podredumbre. El proyecto se basa en la inspiración serena y positiva que Albert Camus ofrece en La Peste sobre la capacidad humana y la pone en relación con la toma de conciencia del ser de la filosofía de Sartre. A través de la coreografía de dos individuos, pulcros, casi uniformados, pero extraordinariamente únicos, el público transita por un paisaje devastado  y putrefacto, que cada día corroe los corazones y no permite dejar a un lado el egoísmo. Sin embargo, en medio de esta desolación, cada personaje conseguirá encontrar su motivación individual, un pequeño detalle que haga despertar empatía, fuerza y esperanza.